Cuando me pidieron que escribiera mis expectativas para este mes de trabajo en Nicaragua no tenía muy claro por dónde empezar. La verdad es que no sé muy bien cuáles son mis expectativas para este verano.

Como voluntario de segundo año tengo claro que nuevamente volveré a sacar una gran satisfacción personal con el trabajo allí realizado, la gran cantidad de pacientes tratados y el beneficio que les aporta.

Una de las cosas que me pareció interesante del proyecto es la posibilidad de realizar un seguimiento de una misma población, al repetir brigadas anualmente. Espero poder ver acudir de nuevo a clínica a aquellos pacientes, adultos y niños, que fueron tratados el año pasado.

No me gustan las comparaciones, y es por eso que no voy con unas expectativas basadas en lo que me llevé el verano pasado. En la parte del trabajo diario sí espero superarme o, como mínimo, igualar la labor realizada hace ya un año. En cuanto a los compañeros estoy seguro de que como siempre, poco a poco, seremos una gran familia. Y es que es imposible no sentirte como con los tuyos tras un mes de alegrías y penurias compartidas, de desayunar, comer y cenar unos junto a otros y después de trabajar duro codo con codo.

Este año regreso con mucha fuerza, con ganas de hacerlo TODO. Como diría una importante persona del proyecto; “no somos héroes” ya que siempre habrá mucho trabajo por hacer y no puedes pretender hacerlo todo, pero ¿por qué no intentarlo? Intentarlo con todas nuestras fuerzas día a día a lo largo del mes, llegando al último día de trabajo con las mismas ganas e ilusión que el primer día que llegué a Nicaragua el verano pasado. Y poder regresar a casa con la sensación del trabajo bien hecho sabiendo que queda mucho por hacer, sí, pero sabiendo que se ha hecho cuanto se ha podido y se seguirá haciendo, que se hace con ganas y disfrutando de cada momento.
 
SOMOS UNO, SOMOS DSF

Prometeo Aguirrebeña, Voluntario DSF Nicaragua